Una afición al alza
Durante la crisis del 2007, como tantos millones de españoles, el gaditano Roberto Huerta perdió su empleo. Huerta trabajaba como informático y en sus tiempos libres gestionaba un foro online, lamarabunta.org, donde él y unos algunos pocos compartían su afición por las hormigas. «Hoy hay más de 30.000 personas registradas», comenta. Fue entonces cuando decidió hacer de su afición un oficio, y puso en marcha AntHouse, la única empresa española dedicada a la venta de hormigueros.
«Las hormigas forman sociedades muy complejas parecidas a las humanas», añade Roberto. A día de hoy, la empresa da de comer a 14 personas y ha visto crecer su plantilla durante la cuarentena. De hecho, ni siquiera el confinamiento impidió que este año se celebrara el congreso Taxomara, donde aficionados a las hormigas de España y Portugal se reúnen anualmente. Este congreso surgió en el foro impulsado por Roberto y posteriormente dio lugar a la Asociación Ibérica de Mirmecología, a la que también pertenece.
«Creo que el interés en España, pero también en el resto de Europa, está siendo cada vez mayor y que esta afición se está extendiendo», sentencia. «Cada vez miramos más a las cosas pequeñas y lo que encuentran los clientes es un mundo en miniatura que normalmente nos está vedado». Y ciertamente, quizá todos los misterios del universo quepan en una pequeña e ignorada colonia de hormigas.